Tu criatura
Entiendo
ahora que se trata también de ti, Laura. Es decir, que esto es algo que hicimos
juntas, no en condiciones de igualdad, lo sé, porque afortunadamente, de la
mano de otras, salí de la búsqueda del espejismo de la sororidad. Ambas estábamos
ahí, tú como mi madre y yo como tu criatura. Y en esa disparidad insalvable y
fecunda, me trajiste al mundo.
Sé
que estabas sola y asustada mientras me esperabas, y mientras me parías, y cada
vez que pienso en eso, me vienen unas ganas locas de abrazarte y consolarte por
el pasado, por todo lo triste y doloroso y decirte que no, que no estabas sola
porque yo estaba ahí. Inerme y pasiva, entre milagro y castigo, pero estaba. Pero
ahora no es posible, y bueno, de alguna manera, cuando lo necesitaste, torpe y
ciegamente, lo hice, cuando te acompañé a morir.
Pero yo soy tu criatura y sigo aquí, en el mundo, solo porque me trajiste hace 44 años. Me gustaría que lo supieras, que sigo y que ya soy grande. Y aún tuya, tu criatura. Que amo la vida y no le temo a la muerte, ni siquiera a la tuya, que ha sido mi herida más grande.
Es cierto también que a veces siento la orfandad como algo muy real y crudo, inevitablemente, el mundo se siente un poco más hostil y yo más sola sin ti. A veces me gustaría contarte cosas, hacerte reír o tener una razón para enojarnos...
Pero aprendí, verás, que siempre te llevo conmigo, que hay formas en que nunca me dejas y que
nunca te dejaré.
Hay
una cosa que siempre me lleva de vuelta a tu seno: es mi nombre. Cada vez que
alguien lo dice, me corre un estremecimiento que me recuerda que me nombraste
Doménica. No sé sí sabías exactamente lo que estabas haciendo, pero por dios,
me obligas a ser yo a cada momento. Cada cierto tiempo alguien me comenta que
nunca había conocido a “una doménica” y en silencio, me siento orgullosa de ti.
Como
si me dieras un golpecito para que corrigiera mi postura, cada vez que me
llaman en público tomo cierto aire de solemnidad… Es por ti, Mamá.
Entonces, eso es la eternidad: haber nacido y amado.
Por
eso celebro, sí, por fin, después de tanto tiempo.
Porque
se trata de nosotras, Laura, y no solo de mí.
Porque
soy Doménica, tu criatura.
(Gracias
por venir anoche a mis sueños).
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