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Mostrando entradas de mayo, 2019

La política y las mujeres: sobre el vaciamiento del separatismo como práctica feminista

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¿De qué sirven tantas reuniones, encuentros, eventos “separatistas” si las mujeres reunidas llevan sobre sí toda la carga de los intereses y valores masculinos, y de la política de los hombres, y su lógica de guerra y poder? Hasta hace un año o dos, en Chile (realidad que mejor conozco, aunque no descarto que esto sea similar en otras latitudes), el realizar eventos exclusivos para mujeres era objeto de arduos y amargos debates, ya que, por un lado, se comprendía la necesidad de generar espacios de confianza y cercanía entre mujeres, para hablar de los temas que nos importaban y comprometían, y por otro, se alzaban voces que defendían que la inevitabilidad de la convivencia con los hombres consagraba la necesidad de hacer política con ellos, seguidas de reclamos como el deber de las mujeres de colaborar con su “deconstrucción”, o la existencia de hombres buenos y mujeres malas, etc. Sin el auge mediático del feminismo alcanzado en los últimos tiempos, es evidente que nunca hu

A propósito de una agresión: la política y las feministas

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Hace poco ha ocurrido en Argentina una agresión por parte de un trans hacia una feminista radical, en el contexto de la asamblea pro-organización de la marcha feminista del próximo 8 de marzo. Este hombre, que se identifica a sí mismo como "mujer", ha impedido que dicha feminista lea la declaración del grupo radical al que pertenece, en la cual manifestaba una serie de posicionamientos sobre lo que implica el feminismo, la marcha, etc. Lo ha impedido a golpes y con el apoyo explícito de un sector, me atrevo a decir, mayoritario, de las mujeres que se encontraban allí. Todas ellas convocadas por el feminismo... En primer lugar, el hecho es repudiable, inaceptable, ofensivo e injustificable. La mayor parte de las mujeres, feministas o no, repudia la violencia de los hombres contra las mujeres. En el caso de esta agresión, sin embargo, ha concitado el apoyo de un buen número de mujeres que se declara abiertamente feminista. Y creo que este último punto merece a

Las lesbianas seguimos siendo mujeres

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No todo lo que provoca sufrimiento es opresión.  Hay muchas cosas que hacemos o nos hacen, que pueden provocar-nos sufrimiento, y eso no nos transforma ni transforma a la otra parte en “opresora”. Así sucede, por ejemplo, al darle término a una relación tóxica*. La idea de que la mujer que toma esta decisión para protegerse a sí misma, si provoca sufrimiento en el otro o la otra, está siendo malvada, violenta u “opresora”, es una vieja y peligrosa argucia patriarcal**. La opresión se encuentra en mecanismos que niegan cuestiones vitales en términos humanos, se trata de poner en entredicho no solo el respeto a la vida misma, sino también la autonomía, la humanidad, la legitimidad de ser humanas… Y todo lo que lo humano compromete, la materialidad y lo simbólico de la existencia como mujeres, por ejemplo, que es negado, amenazado y asesinado por el patriarcado de los hombres (Lerner, “La creación del patriarcado”).

Acceso y heterosexualidad obligatoria

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Hombres: No entienden cómo pudo ser violación, no entienden qué hay de malo con la prostitución, cuál es el problema con la pornografía, por qué le dan tanto ‘color’ con los piropos, cómo distinguir el acoso, que una mujer se ofenda porque esperan de ella sexo después de pagar la cena, etc., etc., etc. Toda esta cadena de incomprensiones, tiene una sola causal raíz, y es la heterosexualidad. Porque la heterosexualidad es un mandato y una lógica de interpretación del mundo, de  los hombres, que da por sentada la penetrabilidad de las mujeres, su ser-para-otro. El otro es un hombre, claro. Y si puede expresarse con mayor claridad: la idea de que el sentido de la existencia de las mujeres es ‘para-ser-penetrada-por-otro’. Todas las normas misóginas del mundo, y los valores misóginos, coinciden en una cosa: garantizan y/o propician el acceso sexual de los hombres a las mujeres. Incluya aquí al amor romántico, por favor. Por eso, también, cuando a los hombres se les ocurre pensar,

NosotrEs es el nuevo NOSOTROS. La trampa del lenguaje inclusivo

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En primer lugar, quiero advertir que esta no es una aproximación de orden gramatical-lingüística, en su sentido estricto disciplinar, al asunto del lenguaje, sino una de tipo político y simbólico. Voy a justificar esto, porque se sabe que los idiomas se transforman con el paso del tiempo y de acuerdo a los cambios culturales que se producen [1] . Y además, porque, para la comprensión extendida del término  política  que propusieron hace ya décadas feministas radicales como Kate Millet, Sheila Jeffreys, Margarita Pisano, Lía Cigarini, entre otras, el idioma es parte de los objetivos políticos feministas, y puede ser y es comprendido como uno de los componentes de la opresión que sufrimos las mujeres, ya que esta se expresa no solo de formas materiales sino también simbólicamente [2] . Asimismo, puede ser y es, una herramienta clave para el ejercicio de nuestra libertad como mujeres. Entrando en materia, comenzaré afirmando que el “lenguaje inclusivo” se ha convertido en una bruma en