Feminismo y conflictos 1
Las feministas somos pocas, las radicales menos, y las
lesbianas feministas radicales, pues un grupo muy pequeño.
(Ojo, este no es un llamado al amor incondicional, que de eso ya tuve suficiente y es tóxico).
Esa tendencia se repite en redes sociales virtuales.
La cuestión es que, entre todas las cosas en común y también las diferencias,
deberíamos mantener un par de prácticas, me parece, con ánimo de que nuestras
prácticas en redes sean feministas.
- Ser honestas, primero con nosotras, y luego con las
demás. Si no podemos ser honestas al acudir a una discusión con otras
feministas, mejor callarnos. Yo me he callado cuando he tenido rabia, pero
también he hablado. Y siempre que he hablado desde la rabia (hacia otras) he
terminado queriendo volver atrás y callarme.
- Cuando vamos a discutir, nos posicionamos frente a un tema de interés común, un debate, etc., ir a discutir-discutir, o sea, exponernos al intercambio de ideas. Eso implica cierta apertura, dentro de los márgenes teórico-políticos que el feminismo exige.
No todo vale y no todo da lo mismo, pero hay diferencias de enfoque que solo son eso: diferencias de enfoque, de matiz, de énfasis.... No ameritan una guerra a muerte.
Podemos señalar esas diferencias y quedar como aliadas políticas. Podemos no estar de acuerdo en todo.
Y también podemos romper vínculos por motivos personales, digamos, "x" me cae mal, por ejemplo. Ahora, vengarme de "x" diciendo que es un demonio misógino y peligroso porque me cae mal, y hacer campaña para convencer a otras mujeres de esto... Feminista no es.
De todo lo que he escrito, un
poco (pero solo un poco) motivada por la contingencia, me parece que lo más
importante es que no transformemos al feminismo en una camisa de fuerza para
mujeres, eso que las de la diferencia italianas denominan
"ideología", y que puedo ejemplificar (malamente, pero con voluntad
de hacerme entender) diciendo que es como establecer un decálogo de la perfecta
feminista o del perfecto feminismo y exigirlo implacablemente (o te jodes).
De nuevo, esto no quiere decir que no haya pisos mínimos o que el feminismo pueda ser cualquier cosa, pero tampoco deberíamos crear una lista de deberes que impliquen tanta presión sobre nosotras que, para quedar bien con alguna gurú, prefiramos mentirnos y mentir, o callarnos cosas importantes, censura y autocensura que se llama (la segunda peor que la primera, me parece, en los lares feministas).
Digo no, entonces, a una postura describible más o menos en estos términos: el feminismo con sangre entra.
De nuevo las italianas: este feminismo que quiero y aspiro a construir, es uno en que todas podamos hablar y hacer política desde sí. Y eso implica honestidad y apertura. Y también te deja un poco expuesta.
Y así es la cosa. Al menos, por ahora, no me puedo imaginar otra forma, quizás errando a veces, exponiéndose, pero sin mentirme ni mentirles.
(12 de septiembre de 2018).
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