Tres breves reflexiones en torno a Carla Lonzi
Mi acercamiento al feminismo de la diferencia me ha
abierto el mundo de una forma que nunca me había pasado. Me he acercado a
cierta felicidad (¿relacional?) antes desconocida.
1.
Sonaré burda, cruda, aclarando, tal vez, algo que no
es necesario aclarar, excepto para mí, porque el haber logrado comprenderlo se
ha convertido en un tesoro que no dejo de abrazar y de descubrir en un nuevo aspecto
cada día...
Digo, la mujer clitórica, no es aquella que se masturba y/o
"folla" con otra, sino la que vive su sentido de ser mujer en
relación a otras mujeres, y ha sacado al hombre del centro de su universo
simbólico (orden simbólico dicen las que saben más), y éste, con su cultura, odios y pequeñeces, ha dejado de
ser EL referente.
Así como hablar en femenino no es ponerle una "A" final a cada palabra, ser clitórica no es un gesto hueco que se exhibe para probar algo fuera de sí, viene de más adentro, de un íntimo que no podemos reducir a pancartas, recetas, respuestas elaboradas ni ismos.
(Ensayos, días de Lonzi, aunque no solo de ella,
principalmente ella, enorme, se me aparece un poco trágica, enorme).
2.
Quisiera yo la quietud para disfrutar del presente.
Santa Caterina Paluzzi, Apuntti
autobiografici:
"Cuando recordaba que hacía
meses y años que no me aquietaba nunca ni de día, ni de noche, me entristecía
pensando que en todo el tiempo de mi vida no me aquietaría nunca, yo me decía
para mis adentros que no quería pensar en el pasado pues ya no me da fastidio,
ni en el porvenir, Dios sabe si lo tendré, así que quiero pensar en pasar bien
la hora presente…"
(Citada por Carla Lonzi, en: “Itinerario de
reflexiones”).
3.
Cuenta Carla Lonzi, a propósito de su lectura de la
autobiografía de una Santa italiana del siglo XVI (Caterina Paluzzi), cómo la
sorprende y alegra que esa mujer haya podido expresarse, encontrar su expresión
propia, aún en el espacio de una institución como la Iglesia Católica (ustedes
ya podrán usar los epítetos acostumbrados para hablar de la Iglesia).
Y paso seguido, anota las
dificultades -"estragos", los llama Lonzi- con las que las mujeres de
izquierda se han tropezado (y tropiezan),
intentando respirar en esa política de machos en guerra con la vida. Y cita,
como ejemplo, un para mí desconocido extracto de la correspondencia de Rosa
Luxemburgo que paso a copiar:
"Hay un momento dramático en
las cartas de Rosa Luxemburgo a Leo Jogichesen el que tiene como la revelación
de qué estrago se trata.
«¡Querido!... Ayer por la noche,
por un extraño conjunto de circunstancias, saqué la caja con las últimas cartas
de mamá y papá, de Andzia y Jozio; las leí todas, lloré a lágrima viva hasta
que se me hincharon los ojos, y me fui a la cama con un gran deseo de no volver
a despertarme. En concreto, llegué a odiar toda la ‘política’ por culpa de la
cual (garabateaba Von Stufe zu Stufe) no respondía durante semanas enteras a
las cartas de papá y mamá, nunca tenía tiempo para ellos debido a esos deberes
destinados a conmocionar el mundo, (y esto perdura) y llegué a odiarte a ti
también por ser quien siempre me ha encadenado a esa maldita política. Me
acordé de que fuiste tú quien me convenció de no hacer venir a la señora Lübeck
a Weggis, para que no me estorbara mientras terminaba ‘el artículo de valor
histórico’ para [Sozialistische] Monatshefte, y lo que ella me traía era ¡la
noticia de la muerte de mamá! Ves con qué franqueza te lo escribo todo.
Hoy he
dado un paseo y me siento un poco mejor. Ayer estaba casi decidida a abandonar
‘de golpe’ toda esta ‘maldita política’ o más bien esta parodia cruenta de la
vida ‘política’ que llevamos y a ‘mandar al diablo a todo el mundo’. Es una
especie de estúpido culto al dios Baal y nada más, en el que se sacrifica la
existencia humana sobre el altar de la propia deficiencia intelectual, de la
propia confusión mental. Si creyera en Dios estaría segura de que Dios nos
castigaría severamente por este tormento.
Berlín – Friedenau, 20 de octubre
de 1905»".
(Escrito entre el 20 y el 21 de
abril de 2019).
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