¿TRANSFEMINISMO? No, gracias.
De vez en cuando, y últimamente con alguna frecuencia, me invitan, con
buen tono e intenciones, a tolerar, empatizar, respetar y hasta apoyar a un
movimiento misógino formado por furiosos e impunes hombres misóginos.
Un movimiento de una misoginia pocas veces vista en la historia, que es
sin duda una grandísima colección de misoginadas de gran y pequeño calibre.
Unos hombres que gozan del apoyo de amplios sectores misóginos: grandes
empresas (pues su misoginia es un negocio rentable), partidos políticos y Estados,
leyes mediante. Leyes que obligan, no lo olvidemos, esto no es simplemente un
pedido humilde y amistoso por reconocer una mentira. Pretenden obligarnos a aceptar,
pensar y decir mentiras como si fueran verdaderas.
Un grupo de hombres que reduce el ser mujer a estereotipos sexistas que
no son más que el resultado de la proyección de los propios y milenarios deseos
masculinos sobre nosotras, una colección insultante de rasgos deshumanizadores
y vacíos, una parodia ofensiva sin matices...
Me piden, y cada vez con mayor frecuencia, exigen, que comprenda, tolere, y hasta de mi apoyo a un grupo de
misóginos que está cometiendo el mayor ginocidio simbólico de la historia,
negando nuestra existencia y negándonos la autoridad para nombrarnos, definirnos…
Negándonos la misma libertad de existir como mujeres.
¿Mi respuesta? NO.
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