“Incitada. Feminismo radical de la diferencia. Antología” de Andrea Franulic Depix: Un precioso hilo que se suma al tejido de la libertad femenina
Este libro, una antología
del pensamiento de la feminista radical de la diferencia chilena Andrea
Franulic Depix, viene a satisfacer el deseo y la necesidad sentidas por mucho
tiempo por quienes leyendo a Andrea hemos encontrado luces, repercusión y
palabras para decir mucha de nuestra verdad que necesitaba ser dicha.
En ese sentido, se trata
de acontecimiento alegre, que celebro y agradezco.
En la lectura, podemos
apreciar el derrotero de su propia experiencia como feminista y como mujer
implicada en la política de las mujeres, así como el de sus ideas, las que se
van transformando y, desde mi punto de vista, enriqueciendo sin renegar de las
concepciones pasadas. Se trata de una aventura en la que ha desarrollado y
desenrollado cada hilo de pensamiento que le permitió la apertura en algún
momento, aunque para ella, algunas de esas madejas ya hayan llegado a su fin.
El orden que Andrea
eligió, parece una invitación a recorrer este camino por el pensamiento
femenino hecha desde el presente, así lo he sentido, no porque plantee un
desarrollo inversamente cronológico de forma estricta, sino porque iniciamos la
lectura con el encuentro de la propia autora con el final del patriarcado,
y, a partir de la revelación de este alegre acontecimiento, seguimos con la
mirada hacia la lengua materna y al descubrimiento del feminismo radical de
la diferencia, aporte teórico fundamental de la propia Andrea. Luego,
presenta reflexiones en torno a las relaciones entre mujeres, pasando tanto por
el amor, la amistad y el reconocimiento, como por los conflictos entre mujeres,
que ella misma vivió y la afectaron profundamente. Toda experiencia relatada es
transformada en política por la autora, es decir, pasada por el cedazo de la
reflexión y de la búsqueda de las palabras para nombrar las cosas como son,
esto es, hacer teoría en femenino.
Creo que esto último
señala también un importante aspecto del pensamiento de Andrea, que se imbrica
con aquello que se nos ha dicho que hace el pensamiento sistemático, aunque a
estas alturas dudemos de la mayor parte de éste, al menos del consagrado en
masculino, que es la búsqueda de la verdad.
En este caso, se trata de
un pensamiento que siempre toma como punto de partida la propia voz, el
partir de sí, poniéndose en primera persona en la aventura de la
experiencia compartida, así aborde conflictos políticos, el amor entre mujeres
o la lingüística y sus problemas y posibilidades. Resulta evidente que nos
encontramos ante una mujer que piensa con apertura, con deseo de entender y
comunicar, teniendo a la relación como horizonte, tal como nos indica el título
(y la breve nota que habla de esta elección tan acertada), pues las voces de
las otras ya se encuentran dentro de sí, y han pasado a ser algo más que
referentes.
Así, esta búsqueda hecha en
femenino nos entrega una pepita de verdad original y femenina. Es la verdad que
solo puede encontrar y nombrar una mujer auténtica.
De la escritura de Andrea
también debo decir que siempre me ha parecido amable (que se deja amar), aún
cuando señala las verdades más estremecedoras, y en ese sentido, leerla me
parece encontrar su veta de maestra, de profesora que cuida la relación
mientras enseña y se abre también a la posibilidad de aprender del intercambio
con la otra.
Así, la lectura de estos
artículos permite recorrer el camino del pensamiento de Andrea, entre los años
2008 y 2020, mientras en su propia escritura encarna la propuesta política que
va descubriendo, y a la que terminará enriqueciendo con su propio
descubrimiento y creación, el ya señalado feminismo radical de la diferencia
(concepto que subtitula la obra entregándonos sus coordenadas), una
propuesta que poco a poco va encontrando acogida y que explora las
coincidencias entre el una buena parte del feminismo radical norteamericano y
el de la diferencia (sobre todo, italiano), fundamentalmente relativas a que la
libertad de las mujeres se encuentra enraizada en la diferencia sexual, y que
en realidad, no hay radicalidad alguna en el orden de los patriarcas.
Aunque hay varios
momentos de este recorrido que no deberían dejar indiferente a la mujer que hoy
piense al feminismo y a la política de las mujeres como parte de su propio
camino, quiero detenerme y profundizar solo en un aspecto de este libro,
elección mía que es, a la vez, subjetiva y verdadera.
Se trata de lo que me ha
pasado a mí con Andrea desde que comencé a leerla y des-cubrir la red de sus
ideas. Llegué a ella por mi intenso interés de hace años por el pensamiento y
figura de Margarita Pisano. La primera lectura que me hizo sentirme cercana fue
su reflexión sobre el rumor (escrita junto a Jessica Gamboa), porque se trataba
de un tema doloroso que yo misma había padecido. El dolor me abrió, puedo
decir, y desde ese momento mi caminar espiralado en torno a sus escritos no se
detuvo más. Este texto me pareció un bálsamo, francamente, y unió mi deseo a mi
necesidad. Dado que estos tristes episodios siguen ocurriendo en el feminismo,
pienso que su lectura sigue desatando nudos, y si a esto sumamos sus palabras
sobre la envidia entre mujeres, pienso que es posible encontrar luces que
sobrepasan con creces los devaneos típicos del feminismo militante sobre los
conflictos entre mujeres.
Por eso, cuando Andrea
entrega la concepción del feminismo radical de la diferencia a las
mujeres, se trata de un gesto de apertura de mundo para nosotras. Nos invita a
reconocer nuestras raíces, con su historia y genealogías, incluida la
existencia lesbiana, pero solo con y bajo la luz de la diferencia
sexual. Nunca olvidaré cuando expuso en Chillán y dijo estas palabras “no basta
con ser lesbiana” (yo era una lesbiana militante en esa época, no pude
disimular mi expresión de asombro), para pasar a detallar cómo un lesbian-ismo
ciego a la diferencia sexual se vuelve ineficaz, insuficiente y hasta
contraproducente para la libertad de las mujeres. A partir de este punto, su
crítica al identitarismo y a la ideología, presentes en muchos de
sus textos posteriores, me permitieron romper con ciertas ataduras
autoimpuestas y comenzar a conectar con un sinnúmero de pensadoras, ideas y
sentimientos, incluidos entre estos últimos, los míos.
Así, una de las cosas que
más me entusiasma de los textos de Andrea cada vez que la leo es la capacidad
que tiene para encontrar ella misma y entregar (me) las palabras para decir
aquello que más necesita ser dicho, ya se trate de un sentir doloroso o de la
alegría de una epifanía relativa a la libertad femenina.
En resumen, mi
experiencia de lectura de los escritos de Andrea va de la mano con mi propia
experiencia política y de relación con ella. Quise jugar a escribir esta reseña
tanto desde el amor que siento por Andrea, como desde la distancia que una
lectura requiere, sin objetividad, pero rehuyendo a la tentación de la fusión.
Espero haber tenido
suerte.
Con todo, para mí hoy en
día Andrea Franulic Depix es la mayor feminista latinoamericana viva, y
representa lo mejor del feminismo a secas, una mujer cuyas palabras invitan a
hablar, despejan el camino y abren el campo de lo decible en femenino.
Finalmente, lo único que me
queda por hacer es invitarlas a leer a Andrea, porque se trata de un venturoso
descubrimiento, o a releerla si ya lo han hecho, porque encontraran siempre un
nuevo eco.
Qué invitación mas hermosa, hecha con las palabras precisas, imposible no sucumbir a ella, gracias Doménica, gracias Andrea.
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